viernes, 12 de marzo de 2010

Dia 4. Split (CRO) - Dubrovnik (CRO)

Despertamos en nuestro minúsculo camarote y subimos a cubierta. Lo que vemos son las primeras islas de Dalmacia.
Poco después llegamos a Split, desembarcamos y sin problemas nos sellan los pasaportes. Estamos en la Republika Hrvatska!

Damos una breve vuelta por Split. Sin duda merece una visita más larga.

Varios kilometrosmás tarde el cielo se va poniendo negro como el carbón y finálmente nos cae el diluvio universal. Pasamos por zonas con un palmo de agua en la carretera. Brutal.Nos llama la atención que el asfalto tiene varios colores, el más curioso el blanco. A ratos circulamos por una alfombra blanca con buen agarre.
Las iglesias y otras construcciones antiguas también son blancas. Sorprende la vista de los campanarios blancos que vamos encontrando.

Seguimos por la carretera, que serpentea todo el rato junto al Adriático. Realmente parece un lago porque todo el rato vemos las largas islas que tapan el horizonte por el oeste.También llama mucho la atención la cantidad de placas, cruces, fotos y memoriales que hay en los arcenes. Todos recordando accidentes de tráfico.
Unas obras nos obligan a desviarnos y hacer unos cuantos km por el interior. Gran fortuna, pues eso nos lleva por unos parajes increibles. Es como estar en la estepa rusa, más que a unos kms del mar.
Coincidimos en una larga recta con un oxidado y ruidoso tren de carga y durante varios kms circulamos en paralelo.


De allí vuelta a la costa junto al río Neretva y hasta Dubrovnik, la "Perla del Adriático".

Llegamos a Dubrovnik sin ninguna reserva de hotel, ni una guía de alojamientos. Cuando íbamos a entrar en la ciudad nos para un hombre y nos dice que alquila habitaciones. Le seguimos y quedamos encantados. Una casa sencilla pero acojedora a 5 minutos a pie delcentro histórico por solo 10€ la noche. Además podemos dejar las motos en un sitio discreto, no en plena calle.

Terminamos el día disfrutando del ambiente relajado dentro de las murallas. Estamos fuera de temporada y no es un circo como en verano. Paseamos, miramos y al final nos sentamos a cenar en una terraza. Buena temperatura, buen ambiente y buena mesa.

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