El desayuno está al nivel de la cena de ayer. El gato nos observa de reojo, tomando el sol en una estantería.
En todo este tramo vemos multitud de instalaciones para la práctica del rafting, kayak y una versión francesa del tubbing. También hay varios campings. En verano esto debe estar muy lleno. Aun y con eso creo que valdría la pena darse una vuelta en verano y darse un buen chapuzón.
Vemos también algún que otro pueblo pintoresco, como Sainte Énimie, Saint Chély, la Malène. En Saint Chély hay una pared formidable y la relación del pueblo con el río es digna e ver.
Tras un buen rato llegamos al final de las Gorgues de Tarn, la carretera se ensancha y el asfalto deja atrás las irregularidads, aunque por desgracia también las curvas. A partir de aquí todo será más aburrido.
Un punto de visita importante es el viaducto de Millau. Es el puente más alto de toda Europa. Son 343 metros de alto y tiene una longitud de casi 2,5Km. La tentación de pasar por el existe, aunque lo recomendable es pasarlo por debajo. En el viaducto no hay donde parar para admirar la vista y además no hay tampoconada que ver, pues por seguridad los laterales están tapados.
En cambio debajo hay un pequeño museo donde explican el proyecto y desde donde impresiona observar la estructura. es tan grande que si no tienes con qué comparar no te haces una idea real de la escala.
Los siguientes kms son una sucesión de rectas y la exportación francesa más famosa después de los croissants: las rotondas.
Uno tras otro cruzamos también pequeños pueblos, con aspecto más bien tristón o melancólico.
En la circunvalación de Toulouse también jugamos un rato a esquivar coches que dan volantazo sin mirar.
Pasado esto, más rectas y muchas ganas de llegar a destino y poder comentar lo que han sido estos largos días de viaje.
St.Lys, Lombez, Boulogne, Castelnau... y finalmente la ciudad de Tarbes, a un paso de los Pirineos, y a otro de casa.
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